La semana pasada quitaron de Panamá a los Diablos Rojos – unos autobuses grafiteados de colores que alegraban las calles. Me pone triste que cambien cosas típicas por lo estético. Lo estándar. Lo global. Y es que sí, eran ruidosos, groseros, manejaban rapidísimo y se la pasaban contaminando. Pero… ¿quitarlos? ¿Qué no era mejor ponerles límites de velocidad, normas de verificación u horarios para tocar el claxon?
Diario transportaban a más de 600,000 personas, a 25 centavos de dólar por viaje. Hoy sin ellos las calles están llenas de peatones enojados pues los Metrobuses cuestan el doble y no son suficientes. Pero más allá de eso… Panamá perdió el sabor y colorido de cada esquina. Me recuerda mucho a los Vochitos Verdes de México que hoy todos también extrañamos.
Deja un comentario
-
Bobby Pereira