-“Cada cliente podrá tener el color que quiera, siempre y cuando sea negro”… decía Ford.
En el pasado habían menos opciones. Muchas menos. Cuenta mi mamá que cuando yo nací -que no fue hace tanto- sólo existían los pañales en talla chica, mediana y grande. Los mismos barnices de uñas sólo venían en rojo, claro y beige. Ni hablar de los cereales, los chocolates y bueno, los novios. Imagínense ustedes nuestras pobres bisabuelas que sólo podían escoger galán entre los 3 solteros que veían los domingos en misa.
Ahora existe un exceso de oferta. El internet y las importaciones han hecho que sea facilísimo tener al alcance un sin fin de opciones. La famosísima “Long Tail” que le llaman. En teoría, esto sirve para dar productos “custom made” y adaptarse a cada una de las distintas necesidades. En la práctica, sólo hace las decisiones más difíciles. Piensen en todo lo que hay que evaluar a la hora de escoger una casa: precio, zona, materiales, espacios, colegios y supermercados cerca, seguridad, tráfico, distancia al trabajo, plusvalía… y podemos complicar la decisión agregándole cuantos más factores queramos. Y lo más probable, es que aún haciendo un profundo análisis, siempre tengas la duda de haber tomado la mejor decisión. Peor aún, tu nivel de felicidad viviendo en esa casa será siempre igual o menor al del obrero que recibió un terrenito regalado y fue construyendo poco a poco su casa.
Así que mientras yo me voy a confundir aún más con los vestidos que tengo que escoger para la cantidad estúpida de bodas que tengo este año… los dejo con este TED.
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Simon
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