Ambiciosas pequeñas cositas

09/17/2010 7:45 pm

Desde muy chica me ha gustado negociar y hacer negocios. Creo que esto de alguna manera fue provocado por mis papás, quienes usaban los ‘domingos’ para castigar mis travesuras. En lugar de dejar de hacerlas, busqué la manera de conseguir dinero de otras formas. Así cuenta mi mamá que sin darme un solo peso, era la niña que más Tazos tenía en primaria pues dedicaba las tardes a hacer muñequitos de harina y globo y vendérselos a los demás niños.

Recuerdo más los trabajos que tuve en verano o después de la escuela que muchas de las materias. La hice de bartender, RP de tardeadas y fiestas, recepcionista y hasta de esos odiosos encuestadores de Telemarketing. Desde el 3er semestre de la universidad trabajé medio tiempo y todos los veranos. No tenía la necesidad de trabajar para ayudar en mi casa ni pagar mis estudios, ni tampoco trabajaba alguno de mis amigos. Pero había un gusanito dentro que me motivaba, una emoción y adrenalina que no salía con ninguna otra actividad. Disfrutaba el sentirme productiva y en consencuencia, sentirme independiente.
Cuando me preguntan cómo soy y qué adjetivo me describiría, se bien que la palabra es ambiciosa: de experiencias, relaciones, poder adquisitivo. No para viajar a lugares exóticos ni comprar bolsas y relojes… no me vería jamás en mansiones ni yates, ni tampoco me sentiría cómoda. Sí, creo en la ambición, pero sólo en esa que sirve para mejorar personas y formas de pensar.
Soy ambiciosa porque mi ambición me hace felíz con las pequeñas grandes cositas que me da. El hablar con mi mamá en las noches y pensar que sí estará conmigo cuando llegue el día de escoger mi vestido de boda, el viajar a otro país y vivir 3 días de un concierto, el irme todo un día a tomar fotografías a Neza o el que Dominga se acurruque conmigo a ver la tele y saber que no me sentiré tan solita en Panamá.
Pequeñas grandes cositas.

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